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Articles by Elisa Morgan

Dimensiones infinitas


Acostada quieta sobre la camilla, mantenía la respiración mientras la máquina zumbaba. Sabía que muchas personas se habían hecho resonancias magnéticas, pero para mí, que soy claustrofóbica, la situación requería que me concentrara en algo —Alguien— mucho más grande que yo.


El arbolito del bebé

Después de rodear el árbol con luces intermitentes, coloqué moños azules y rosa en cada rama, y lo llamé nuestro arbolito de Navidad «esperando al bebé». Mi esposo y yo habíamos estado esperando un bebé en adopción durante más de cuatro años. ¡Seguramente, llegaría para Navidad!

Conversaciones difíciles

Una vez, conduje 80 kilómetros para sostener una conversación difícil con un miembro del personal. Habían informado que estaba desprestigiando a nuestra compañía, y me preocupaba nuestra reputación. Me sentí impulsada a darle mi opinión, para que modificara su proceder.

Brillar

«Brilla, Brilla, estrellita» es una canción de cuna inglesa. Su letra, tomada de una poesía de Jane Taylor, capta la maravilla del universo de Dios, donde las estrellas cuelgan «en lo alto encima del mundo». En la casi desconocida última estrofa, la estrella actúa como una guía: «Mientras tu destello brillante y pequeño alumbra al viajero en la oscuridad».

Hambre del corazón

Mientras iba en el auto con mi esposo, miraba algunos correos en el teléfono, y me sorprendió una publicidad de una tienda local de rosquillas, justo a la derecha de donde acabábamos de pasar. De repente, mi estómago rugió de hambre. Me maravilló cómo logra la tecnología que los comerciantes nos atraigan a sus establecimientos.

Ocultar nuestras heridas

Me habían invitado a hablar en una iglesia, y compartí una historia sincera sobre presentarle nuestro quebrantamiento a Dios y dejar que Él nos sane. Antes del cierre en oración, el pastor se paró en el pasillo central, miró con intensidad a su congregación, y dijo: «Como pastor, tengo el privilegio de verlos durante la semana y escuchar sus conmovedoras historias de quebrantamientos. Luego, en las reuniones del fin de semana, me duele ver cómo esconden sus heridas».

Detenerse

Mi amiga y yo estábamos sentadas en la arena, cerca del ondulante océano. Ola tras ola se encrespaba, hacía una pausa y luego se extendía hacia nuestros pies, deteniéndose casi a punto de tocarnos. «Me encanta el océano —dijo ella sonriendo—. Se mueve para que yo no tenga que hacerlo».

Sobre un árbol

Mi madre descubrió a mi gatita Velvet arriba de la mesada de la cocina, devorando el pan casero. Con un suspiro de frustración, la echó por la puerta. Horas después, buscamos sin éxito por todo el patio a la gata desaparecida. Un débil miau se oyó con el viento; entonces, miré hacia la copa de un álamo, donde una mancha negra se veía sobre una rama.

A donde sea

Mientras echaba un vistazo a las viejas fotografías de mi boda, mis dedos se detuvieron en una de mi esposo y yo, recién declarados «Sr. y Sra.». Mi entrega a él se revelaba en mi expresión. Iría a donde sea con él.

Dejar un legado

Mi teléfono sonó, lo que indicaba la entrada de un mensaje. Mi hija quería la receta de mi abuela de la tarta de helado de pipermín. Mientras buscaba entre las tarjetas amarillas de mi vieja caja de recetas, mis ojos detectaron la letra sin igual de mi abuela… y varias anotaciones en cursiva de mi madre. Entonces, se me ocurrió pensar que, con el pedido de mi hija, la receta entraría a la cuarta generación de la familia.